LA ALCALDESA EXTRAVIADA.
La alcaldesa, como primera autoridad en el puerto no tiene visión ni definición de lo que se está viviendo y mucho menos tiene criterios para avanzar o replegarse, ante la violencia imparable de los últimos días. Guaymas, va de picada y no se ve como parar esto.
La ciudadanía trata de mantenerse neutral para sobrevivir. No obstante, esto que estamos viviendo, pareciera parte de un modelo. Al comparar lo sucedido con el encono y el odio que propicia la alcaldesa contra sus críticos y enemigos imaginarios.
La alcaldesa no entendió que su triunfo y posteriormente su gobierno, como en todo el país, fueron gobiernos surgidos del hartazgo a través de movimientos construidos por sectores desesperados, de pobreza endémica y sin perspectivas. Dada su incapacidad de transformación y evolución el gobierno municipal abrió las puertas a las mafias y clanes de empresarios de siempre. Esos empresarios y pseudoempresarios tradicionales de la vieja clase política, retrasando y desprestigiando los cambios necesarios de la ciudad. Las alianzas de la alcaldesa con estos sectores, alianzas explicitas e implícitas terminaron llevándola a donde hoy se encuentra.
La alcaldesa no ha notado que la población joven, cercada por la crisis es la que aporta la mayor cantidad de victimas involucradas, sea como muertos, presos o sicarios. La incapacidad y la visión torcida para entender la exigencia de los cambios que pedía la población abrió la puerta a la descomposición social actual que nos ha llevado a los niveles de inseguridad y de violencia.
La ciudadanía que debería estar agradecida, le reclama airadamente como responsable al caer la verdad de que son casos aislados, cuando en las calles los sicarios pueden llegar armados y ejecutar impunemente. Vivimos un desgobierno y una ciudad fallida.
El problema de la alcaldesa no son el tamaño y cinismo de sus mentiras, sino la velocidad entre unas y otras.
