LA IZQUIERDA Y LA ÉTICA POLÍTICA
Concepto que para los gobernantes no existe. Hoy el pragmatismo es la solución a sus problemas. A los gobernantes no les importa si es un acto de corrupción , o una ilegalidad, igual hay que hacerlo.
Se suponía que la fuerza de un gobierno diferente al los del PRI o los del PAN radicaba en que la lucha por ganar el poder era ir construyendo un programa más importante que cualquier persona o dirigente; el poder debía ser un medio, no un fin. Su fuerza era una voluntad común de pensamientos y propósitos que pudiera gobernar, sustituyendo la organización del viejo régimen con legalidad, programa y ética. No obstante, esto se transformó en pragmatismo, idea vacía de poder, puestos, resentimiento, odio fascista, nóminas y prerrogativas. Fracasaron.
A lo largo de esa larga marcha de la izquierda mexicana por democratizar al país se exigió respeto a la Constitución, respeto a la legalidad y la ética como principio, porque los que han gobernado la violan, no la respetan y son el fraude, la marrullería y la corrupción. Frente a ellos, el gran patrimonio de la izquierda era la defensa de la legalidad y la ética. Por estos principios existimos como distintos, y por eso desde siempre, a todo movimiento independiente y a sus miembros se les encarceló, desapareció y torturó. ¿Cómo combatir fraude con fraude, ilegalidad con ilegalidad, corrupción con corrupción?
Todos los muertos por el cambio en nuestro país han sido traicionados por este fariseísmo, que, en nombre de la unidad, ha decidido acabar con uno de los más importantes patrimonios que tenía la izquierda: luchar y demandar respeto a la legalidad y la ética. Hoy, se vive un lodazal en el que navegan sobre un espantajo de harapos al que le soplan como si fuera vela.
Los que hoy gobiernan no son de un gobierno de demócratas, ni de justos ni de hombres libres, sino de aprendices de dictadores. Un gobierno que se dice de «izquierda» sin la aplicación correcta de la ley está al servicio de la manipulación, las deslealtades, la sumisión y el miedo. El líder no quiere unidad; quiere cabezas, quiere dinero y se los han dado camino a la guillotina, pretendiendo salvarse.
No ha nombre de la izquierda por favor.