LA VIOLENCIA Y LA GUERRA
La comparación del dolor, entre el propio y el ajeno, es un desacierto. El dolor propio siempre será el más importante, pero no lamentar la violencia, es enfermo.
Cómo elevar a rango principal la violencia? ¿Quién califica y desde qué posición? ¿Tiene que ser mas dolorosa y más injusta? Toda víctima considerará injusta la violencia contra ella, y cada victimario tendrá una justificación para ejercerla. Por tanto: cada violencia tiene su propia historia y lo que estamos viendo no es el origen, sino una etapa de la violencia que está sembrada.
El resultado: somos un pueblo invisible pese a la presencia ancestral, racismos tangibles e intangibles, abandono de las responsabilidades, la muerte de las provincias por falta de progreso, marginación, políticas asistenciales y, por todo ello, una identidad que no reconoce las raíces históricas, obligando a la segregación y la profundización de las diferencias, ya sea por color de piel, condición económica o social.
Y así estamos.